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Psicología evolutiva y sus ramas


Psicología evolutiva

Hablando de evolución,¿cómo evoluciona el ser humano desde que nace hasta la vejez? La psicología evolutiva estudia el desarrollo psíquico de las personas a lo largo del ciclo vital. Este conocimiento nos permite comprobar en qué medida estamos cumpliendo los objetivos de vida, porqué tenemos la sensación de que no cumplimos las expectativas de nuestro tiempo y quizá nos ayude a rebelar algunos cambios que tenemos que hacer en nuestras vidas.

Los periodos críticos del desarrollo, son esas etapas progresivas a lo largo de la vida en las que se adquieren unos aprendizajes determinados, relacionados con el lenguaje, el procesamiento de la información, interpretaciones emocionales. Si se cumplen estos periodos y no se han adquirido esos aprendizajes, es difícil adquirirlos en la posteridad.

El periodo sensible por otro lado, es algo más largo, permite adquirir aprendizajes específicos orientados por motivación a la tarea o a la actividad. Es importante identificar estas predisposiciones para potenciarlas y que sean el punto de partida, se configure la autoestima y la identidad de la persona adulta. Si el niño o la niña no recibe la estimulación correcta puede tener dificultades para desenvolverse en el futuro y desarrollar forzosamente nuevas estrategias de adaptación al medio, esta les puede suponer mayor sacrificio, mayor desgaste y bloqueos que les impidan buscar soluciones a los problemas. . Una estimulación hostil y amenazante puede alternar la percepción y el equilibrio interior y exterior del niño, la consecuencia puede ser que el niño se encierre en su mundo interno impidiendo y dificultando la interacción con el mundo exterior o que desconecte por completo de su mundo interno y se viva a merced de la estimulación externa, perdiendo por completo la individualidad. J. Piaget ve cada fase como una forma de equilibrio entre el mundo interior y el exterior. Cuando la visión que tiene el niño entra en contradicción con la realidad que le circunda, es decir, cuando el equilibrio se rompe, se da un salto cualitativo en su organización mental y afectiva, y todos sus conocimientos se reorganizan y reestructuran en un nuevo equilibrio.

  • La primera infancia (de 0 a 3 años)

Aunque generalmente no se tenga conciencia de ello, a esa edad el niño no puede expresar lo que piensa o siente de forma comprensible para el adulto, los primeros años de la infancia presentan un desarrollo mental extraordinario. Esta etapa representa el paso de la percepción de un universo global, en el que el niño distingue entre él mismo y lo demás, a la formación de un “yo” separado de los objetos exteriores.

  • La segunda infancia (de 3 a 6-7 años)

La formación del “yo” ha sido el primer paso importante en el desarrollo de la infancia. Sin embargo, entraña una actitud egocéntrica ante el mundo, que no se superará hasta el fin de la segunda infancia. El proceso de adaptación al mundo circundante se acelera, no sólo por el considerable cambio fisiológico que experimenta el niño, sino, sobre todo, por un factor social: el desarrollo del lenguaje.

  • La tercera infancia (de 6-7 a 11-12 años)

La tercera infancia comienza con la fase de latencia y dura hasta la pubertad. Todo el período anterior ha consistido en una lenta superación del egocentrismo, hasta desembocar en el dominio de la reversibilidad.

  • La adolescencia (de 12 a 18 años)

Es el paso entre la niñez y la edad adulta, se atraviesan cambios bruscos físicos y del pensamiento. Se producen cambios morfológicos en la persona que el adolescente tiene que asimilar, las necesidades cambian en otra dirección, buscan experiencias novedosas, desean salir de la zona de confort, se rebelan en contra de lo establecido, buscan identificarse con su grupo de iguales. Surgen dilemas contradictorios de la realidad que observa y su mundo interno. Por otro lado resulta difícil tanto para padres e hijos, resolver conflictos comunes debido al choque de intereses opuestos. Es el momento ideal para aprender a negociar con ellos, no ignorar que se están haciendo adultos y que sepan cuales son sus derechos y responsabilidades. Este se manifestará por la creencia en la omnipotencia de su reflexión, como si el mundo debiera someterse y adaptarse a sus sistemas, y no los sistemas a la realidad. Posteriormente, ese egocentrismo casi metafísico va encontrando su corrección en una reconciliación entre el pensamiento formal y la realidad. La actividad intelectual del adolescente irá alcanzando el equilibrio cuando éste comprenda que la función propia de la reflexión no es la de contradecir la experiencia, sino la de interpretarla y, en el fondo, adaptarse a ella.

  • Adultez media

Durante esta etapa se suele dar la llamada “crisis de la mitad de la vida”, en la cual se produciría una suerte de lucha entre la generatividad y el estancamiento, la necesidad de reelaborar la imagen del Yo debido a los cambios corporales, a la muerte de los padres, a la marcha de los hijos, a la evaluación de los logros y las metas conseguidas. La adultez media se caracteriza por la liberación de las grandes presiones y la búsqueda de placeres más individuales, junto a una mayor experiencia, que será bien aprovechada si no se mantienen sueños imposibles ni se mantienen posiciones muy rígidas

  • Adultez mayor o vejez.

La principal tarea de las personas mayores suele ser la de comprender y aceptar su propia vida y utilizar su gran experiencia para hacer frente a los cambios personales o a las pérdidas y limitaciones de sus condiciones físicas y psíquicas. Las personas han de adaptarse a la disminución de su fortaleza y salud física, a Servicios


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