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Miedo al fracaso, miedo a vivir.


cometer errores es de sabios

La baja tolerancia a la frustración de los jóvenes a la hora de enfrentarse a la vida, viene del miedo a equivocarse. Nos han hecho creer toda la vida que equivocarse es malo, hemos asociado el fallo con el fracaso, vivimos del miedo al fracaso.

Es involutivo por completo, durante los primeros años de vida, los bebés aprenden por ensayo y error, esto les ayuda a adquirir aprendizajes rápidamente. En el momento en el que abusamos del “esto no se puede hacer”, “no toques”, “está mal” limitamos la curiosidad por aprender, asociamos la curiosidad con miedo, culpa, ansiedad, a partir de ese momento el niño deja de descubrir su mundo y la capacidad para explorarlo. Pierde voluntad a la hora de intervenir en su entorno y de interactuar en él.

Surgen bloqueos, dificultades para resolver problemas, falta de iniciativa en la toma de decisiones, falta de habilidad para comunicarse y fomentar diálogo. Vivimos en un mundo interno lleno de conflictos que obstaculizan la atención plena de lo sucede en nuestro entorno.

En este sentido me gustaría saber si la progresiva rigidez del pensamiento que consolida las ideas de los adultos y las interioriza como normas viene a raíz de estos condicionamientos iniciales, ya que todos en mayor o menor medida hemos recibido una educación basada en la historia de generaciones anteriores y determinadas costumbres. Quizá hemos aprendido a vivir con ello, hemos descubierto la manera de sentirnos seguros y estables. Si tenemos seguridad, no nos hace falta explorar, sabemos que hay algo ahí, no sabemos muy bien qué es, quizá sea que nos hayamos olvidado de vivir, pero no le prestamos demasiada importancia, preferimos asumir que la responsabilidad de nuestras vidas está fuera de nosotros. (Atribución externa)

¿Qué pasa cuando vivimos tiempos de incertidumbre, no conseguimos un trabajo fijo, baja remuneración, estrés laboral, aislamiento, ansiedad, depresión? Quizá las circunstancias nos obligan a explorar a la fuerza en el entorno al que ahora tememos y no sabemos desenvolvernos con independencia, por eso preferimos vernos explotados, absorbidos y frustrados.

El alivio no es fácil de encontrar cuando el entorno que te rodea vive las mismas circunstancias ¿cómo te voy a dar si yo también necesito? Pero quiero darte algo, a si que te daré la peor versión de mí mismo. Y así aunque nos sintamos completamente solos por dentro, parecerá que que tengo una vida socialmente aceptada, pero en realidad estamos sumidos en la completa soledad.

¿A donde quiero llegar con todo esto?

La perfección no existe! Y menos cuando hablamos de humanidad. La cosa es tan sencilla como “recompensar” lo que se hace correctamente, aceptarnos con nuestras limitaciones, la que nos han hecho creer, se ajustaran con el tiempo, en eso se basa el aprendizaje, aceptar las limitaciones que no podemos cambiar, que las sepan los demás ¡Qué más da!, si yo se las tuyas y yo sé las mías, igual hasta nos podemos comunicar. Pero hay que seguir aprendiendo para poder explorar el mundo y para eso hay que conocernos, tanto nuestras fortalezas como las debilidades, asumiremos riesgos, nos aceptaremos tal como somos y dejaremos de ser tan exigentes con el resto sabiendo que nosotros somos los primeros imperfectos. ¿ Y quien sabe?, si volvemos a aprender como lo hacen los niños quizá hasta seamos felices.


 
 
 

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